EL ARTE DE EDUCAR A LOS HIJOS

No es posible, como seres humanos que somos, no cometer errores a la hora de educar a los hijos. El no tener en cuenta esta circunstancia, pretender no equivocarse, condiciona y dificulta esta difícil labor.Gran parte de los errores que cometemos en la educación de nuestros hijos se deben a las fuertes emociones que estos despiertan en nosotros. Errores que deben compensarse con los numerosos casos en los que hacemos lo que es correcto.

La madre es, en especial durante los primeros años, quien desempeña el papel más importante en este proceso.
La señal de que se ha recibido una buena educación es que la persona es capaz de afrontar razonablemente bien las vicisitudes, calamidades, penalidades y dificultades que encuentra en la vida, y que puede hacerles frente porque se siente segura de si misma, pase lo que pase en la vida exterior,la persona que ha sido bien criada posee una vida interior rica y provechosa y se siente satisfecha de ella. Es cuando las relaciones íntimas entre los padres son buenas y así mismo entre éstos y los hijos, la persona podrá establecer relaciones satisfactorias con los demás.
Es cierto que los padres necesitan explicaciones, consejos, orientación para educar bien a los hijos pero es mucho más importante que los padres puedan comprender por sí mismos lo que puede estar ocurriendo en el mundo interior de su hijo.

Con la desintegración de los modos tradicionales de la vida en familia, de la crianza de los niños, tras la urbanización e industrialización masivas de estos últimos siglos, se ha perdido la seguridad que en otro tiempo daban las antiguas costumbres y el crecer en una familia extensa.Cuando llegaba el momento de ser padres, la mayoría de las personas habían aprendido lo suficiente como para llevar a cabo con seguridad la tarea de educar a sus propios hijos. Cuando necesitaban consejos podían consultar a sus propios padres y parientes o al cura, al médico, en la confianza de que recibirían ayuda.
Hoy los padres se ven obligados a asumir esta responsabilidad sin contar con mucha experiencia previa. La distancia física y emotiva que separa a las generaciones actuales puede inducir a los padres jóvenes a temer que al pedir consejo a los padres reciban en su lugar criticas o consejos que no son útiles.

Desde el momento de nacer los niños difieren en sus respuestas, tienen su propia mente. El ser humano no es completamente manipulable. No es posible por medio del adiestramiento, como proponen los métodos de acondicionamiento y modificación de conducta, obtener el resultado que se desea en la educación del hijo. La mente del niño al nacer no es una tábula rasa, la naturaleza del recién nacido condiciona la posibilidades de evolución en el futuro.

El hombre siempre se verá acosado por profundos conflictos internos que son fruto de las discrepancias entre lo que es por naturaleza y lo que él mismo desea ser, o sus padres y educadores desean que sea. Inevitablemente tiene que luchar contra tendencias egoístas, agresivas y asociales que son parte de su herencia evolutiva. De còmo se moldeen estas características heredadas dependerán las experiencias vitales de la persona. El respeto a la personalidad singular del niño es importantísimo en todos los tratos que se tengan con  él. En lugar de forzar o acondicionar al niño hacia lo que los padres creen que es lo mejor, los padres deben ser sensibles a lo que más convenga al hijo en un momento dado, permitiéndole así ser la persona que él desea ser, ¿cómo? reconociendo y tolerando las luchas del niño en cada etapa de su desarrollo, dándole además el tipo de apoyo que le permita encontrar formas de solucionarlas. Los padres no deben ceder al deseo de crear el niño que a ellos les gustaría tener, sino que deben ayudarle a desarrollarse plenamente, tomando el tiempo que necesite hasta llegar a ser lo que el quiera y pueda ser.

La importancia de las primeras experiencias estriba en que preparan el escenario para todo lo que vendrá más adelante, cuánto más precoces sean las experiencias, más fuerte será su influencia.  

Las experiencias de los dos, tres primeros años de vida no solo influyen en el desarrollo de la propia estima  y de la percepción de uno mismo en la relación con los demás, sino que también determinan nuestra interpretación de experiencias posteriores. Es muy importante darle al niño una visión positiva de si mismo y de su mundo. La felicidad futura de éste y su capacidad de hacer frente a la vida y a relacionarse con los demás dependerá de ello.
La tarea más importante de los padres consiste en percatarse del significado que las cosas pueden tener para su hijo y, basándose en ello, hacer lo más útil para todos y la mejor manera de percatarse de ese significado es recordar lo que un problema parecido representó para ellos cuando eran pequeños y cómo les hubiera gustado que sus propios padres lo hubieran resuelto. Es así como se pueden utilizar de forma creativa los acontecimientos de su propia vida, acontecimientos que adquirirán un nuevo significado al recordarlos y examinarlos a la luz de la paternidad.
Educar a los niños es una empresa creativa, un arte más que una ciencia