¿QUERER ES PODER?

LO DIFICIL ES SABER LO QUE UNO QUIERE    

 Se dice: querer es poder, más hace el que quiere que el que puede, podemos hacer lo que queremos si lo intentamos lo suficiente….
Frecuentemente acuden a la consulta jóvenes que dicen querer una pareja estable, llevan tiempo intentándolo y solo consiguen relaciones que duran poco tiempo, dicen querer dejar de vivir con sus padres pero cuando tienen trabajo no encuentran donde vivir, no tienen tiempo y cuando están en paro tienen tiempo para buscar vivienda pero no dinero…, jóvenes que quieren adelgazar y después de mil régimenes no han perdido un gramo porque pierden peso, lo recuperan … adolescentes que dicen querer terminar la carrera, solo les falta una o dos asignaturas, pasan dos, tres años y no aprueban aunque lo intentan …, en definitiva, quieren y no pueden.

Obviamente para cambiar lo primero que hay que desear es el cambio. Pero realmente, en estos ejemplos mencionados, si tanto lo quieren, ¿porqué no lo consiguen? ¿mala suerte? la pregunta desde el punto de vista del psicoanálisis es ¿desean conseguir eso que dicen querer conseguir? ¿Sabemos lo que queremos?¿Deseamos lo que queremos?
Normalmente una persona no se da cuenta de lo que pasa en su inconsciente ya que entre la mente consciente y la inconsciente hay una barrera prácticamente impenetrable porque lo que pasa en el inconsciente es inaceptable para la mente consciente y ha sido reprimido con severidad. Un fuerte deseo que reprimimos, no voluntariamente, con el fin de protegernos y no actuar de acuerdo con él, sigue ejerciendo su presión en el inconsciente y la ejerce con más fuerza ya que entonces nuestra mente racional no lo puede controlar, Además, al ser reprimido ya no sabemos porqué sentimos el deseo ni siquiera en qué consistía el mismo. Lo que al principio era un deseo de actuar de determinada manera se convierte ahora en una fuerza irracional que nos empuja hacia una conducta que no podemos explicar ni controlar. Tenemos poderosas emociones inconscientes que determinan muchos de nuestros actos y a veces se necesitan años de trabajo arduo para llevar esos sentimientos a nivel de la consciencia.
¿Cómo saber acerca de nuestro deseo? Debemos tener en cuenta que somos sujetos divididos, es decir, tenemos consciente e inconsciente, ambos deciden. De lo consciente sabemos, lo inconsciente no lo conocemos, se manifiesta en los sueños, los lapsus, los actos fallidos, en los síntomas .., 
Nuestra voluntad, nuestro querer, siempre tiene dos partes, una consciente y otra inconsciente. Generalmente ambas van en la misma dirección, no hay conflicto pero otras veces van en dirección contraria.
Veamos un ejemplo.
Luisa, es la menor de tres hermanas. Tiene treinta años, vive con sus padres. El padre tiene alzheimer. Es, de las tres hermanas la que ayuda a la madre ya que las otras dos están casadas, viven en otras ciudades. Consulta porque acaba de romper con su última pareja, la tercera. Ella quiere, como sus hermanas, tener pareja, marcharse de casa. 
Vamos analizando que ha ocurrido con ésta pareja para llegar a la ruptura. Después de una serie de entrevistas llegamos a la conclusión de que todas la rupturas han tenido lugar en el momento en habían tomado la decisión de buscar una vivienda, entonces había discusiones y al final él decidía no seguir debido a la imposibilidad de cumplir con todas las condiciones que imponía Luisa, A ella no le gustaba por un motivo u otro ninguno de los pisos que visitaban, y que no fueron pocos. Luisa piensa que es muy díficil para ella encontrar una pareja estable, puede que no lo llegue a conseguir pero manifiesta que realmente es en pareja como se encuentra mejor.
Lo que Luisa no sabía, descubre después de trabajar durante unas cuantas sesiones es que hay un deseo con mucha mayor fuerza para ella que el de tener pareja, ella lo dice en una sesión: «yo no soy como mis hermanas que viven su vida y se ocupan de sus padres de vez en cuando»
Luisa se siente obligada a vivir con sus padres, a ayudar a su madre. Se siente muy culpable sólo imaginando que «vive su vida» como sus hermanas, con las que tiene una relación complicada. Quiere, por una parte, formar pareja, tener su propio hogar pero sus sentimientos de culpa le hacen temer que de hacerlo asi tendría un sufrimiento importante, es mejor no tener pareja, «Si no estoy ahí con mi madre, no sé qué podría pasar,,,»
Trabajar los sentimientos de culpa en cada sesión buscando su origen, analizando sus manifestaciones, ha permitido a Luisa darse cuenta de que existen otras opciones para el cuidado de sus padres tales como pedir colaboración económica a sus hermanas para contratar a una persona que vaya a atender a los padre, cosa que ha sido posible al haber mejorado la relación de Luisa con sus hermanas fruto de la terapia.